El asma en una patología crónica de las vías respiratorias incurable con una alta prevalencia, que afecta la calidad de vida de los pacientes y genera un importante impacto socioeconómico. Sin embargo, con el diagnostico oportuno y el tratamiento adecuado es controlable, permitiendo al paciente realizar sus actividades cotidianas.

Datos de la Organización Mundial de la Salud indican que a nivel mundial en el 2019 el asma afectó a 262 millones de personas y causó 461,000 muertes. En México, aproximadamente el 7% de la población padece asma.

El asma es la enfermedad crónica más común de la niñez y afecta al 14% de la población infantil a nivel mundial. El 80% de los adultos que padecen esta enfermedad, manifestaron síntomas desde los primeros cinco años de vida. Existe evidencia acerca de que los niños que padecen asma tienen un riesgo de presentar un crecimiento pulmonar anormal, que implica que puedan desarrollar un compromiso respiratorio durante toda la vida y EPOC.

Dentro de los factores conocidos que pueden promover el desarrollo de asma se conocen:  predisposición genética, exposición a alérgenos ambientales, contaminación del aire, infección del tracto respiratorio inferior temprana en la vida, la conformación del microbioma de las vías respiratorias, los factores dietéticos y las respuestas inmunológicas anormales. Sin embargo, dentro de los factores de riesgo para asma identificados y que potencialmente son modificables están: fumar durante el embarazo y el uso de antibióticos de amplio espectro en el primer año de vida.